El Festival Internacional de Música Contemporánea ‘Darwin Vargas’ llegó a su decimocuarta versión gozando de buena salud. El encuentro que organiza el Instituto de Música PUCV reunió a representantes del abundante talento musical del Gran Valparaíso con invitados especiales, entre ellos tres relevantes nombres a nivel Latinoamericano, como son el compositor mexicano Manuel de Elías, el director y compositor venezolano Alfredo Rugeles y la artista vocal argentina Cecilia Pastorino. Fueron cinco días de variopinta oferta y momentos significativos, que detallamos a continuación.
JORNADA 1 (martes 10 de octubre 2017)
La primera mitad del festival se desarrolló en el cómodo auditorio del DUOC Valparaíso y la jornada inaugural contuvo dos momentos especiales. Dando la partida, un reconocimiento a la musicóloga y compositora Silvia Herrera, docente del IMUS-PUCV. Su pieza ‘Brahmsiana’ sonó en las manos de dos dedicadas intérpretes de nueva música, la clarinetista Kathya Galleguillos y la cellista Francisca Reyes. Se generó una atmósfera intimista, delicada, en que la unidad en el uso de ambos timbres se cristalizó fulgorosamente.
También el encuentro saldó una especie de deuda con el compositor cuyo nombre honra, Darwin Vargas (1925-1988). El Ensamble Víctor Tevah interpretó sus dos quintetos de viento, de 1969 y 1974, donde se aprecia el enfoque tradicionalista que raya en lo neoclásico del lenguaje de Vargas, y que sugiere ora sentimentalidad ora sacralidad, con líneas melódicas bien hilvanadas en movimientos de breve transcurrir.
Otro profesor del instituto, el joven compositor Enrique Schadenberg, estrenó su pieza para violoncello solo ‘Texturas’, tocada por Jesús Rodríguez, que terminó siendo el punto más alto de la noche. Una pieza que maneja muy bien la tensión constante, enfatizando resonancias, silencios, y una ingente gama de recursos como inquietantes ostinati y sonoridades modernistas. Una progresión dramática que no decae, y que mantiene al oyente expectante sobre cómo terminará.
Los alumnos de composición del IMUS-PUCV tienen también su espacio en el encuentro, y las tres obras escuchadas en la primera noche reflejan una fuerte influencia de la música popular. ‘La Modernidad Líquida’ de Álvaro Hurtado, para flauta y clarinete (Luis Insulsa y Gonzalo Oses), con ese título atingente a nuestros tiempos se beneficia de una complementaria interacción de los instrumentos, y logra a través de un motivo rítmico recurrente, llegar a ser “pegajosa”, como para tararearlas posteriormente. ‘Canción para las vacas y un animal desconocido’ de Benjamín Sobenes, es precisamente eso, una canción, aunque sin canto, que pareciera esperar su letra. Nostálgica al inicio, aunque pronto pasa a ser algo repetitiva y patosa. Javiera Campos presentó ‘Sayén’ para ocho cuerdas, donde su fuente es la música de raíz. La tocó con convicción el Ensamble Sayén, de jóvenes intérpretes femeninas del instituto, quienes también ofrecieron el ‘Momento Andino’ de Vicente Bianchi, cuya sobrevalorada figura está totalmente fuera de lugar en un festival de música contemporánea, una instancia donde debiera reinar la composición como algo profundo, sustancial.
La Orquesta Marga Marga de Luis José Recart cerró esta primera noche con tres piezas. Primero, la sorprendente ‘Mutaciones’ del egregio invitado a esta edición, el maestro venezolano Alfredo Rugeles. Aunque data de 1974, es una obra fresca, que aprovecha al máximo las capacidades de un conjunto de arcos usando una amplísima paleta de matices y texturas.
Le siguió Edgardo Cantón con su típico tratamiento rítmico que trasunta en ‘Dualidad’. El material base transita por variantes de carácter y tempi, a modo de contraste, y manifiesta además la vocación casi teatral o incidental de quien es reconocido además por su trabajo en el mundo de la electroacústica. El cierre recayó en ‘Cuatro Escenas de Sur’ de José Aranda, una música con aires de danza, cuyas células rítmicas fueron tratadas con gusto por el conjunto y la solista en viola.
JORNADA 2 (miércoles 11 de octubre 2017)
El segundo día se inició con la sobresaliente actuación de Cecilia Pastorino. Todo su virtuosismo vocal se vertió en una selección de seis de las ‘Recitations’ de Georges Aperghis. Llevando al público a un plano hipnótico, de ensueño, uno podía cerrar los ojos y a veces daba la sensación de escuchar un sintetizador. Increíble su manejo de la respiración especialmente en la última de estas deliciosas piezas del compositor franco-griego. Inmediatamente Pastorino presentó una obra propia, una performance que involucra teatralidad, canto convencional, susurros, en una micro-escena tributaria de piezas para voz solitaria de Cage, o lo que hacía la recordada Cathy Berberian, pero claramente con un sello propio.
La cellista Gabriela Rojas salió a escena para el estreno de ‘En tus entrañas está’ de Danielo Valenzuela. Una composición llena de carácter, que se hace oír, cuyos recursos tímbricos recuerdan a las obras que compositores de avanzada europeos escribieran para el cellista alemán Siegfried Palm en los sesenta, con el añadido de que la solista debe cantar también, además de vociferar un sugestivo texto.
La flautista suiza Tanja von Arx tuvo a su cargo tres piezas, comenzando con la atractiva ‘Memory’ de la compositora china-estadounidense Chen Yi, que tal como muchos creadores de ese origen, unen tradición china con modernidad occidental. El programa consignaba a Fernando Muslera como ‘El Gavilán’ como título, y no es más que un arreglo para flauta en sol de la magnífica pieza de larga duración de Violeta Parra. No era una fantasía, ni variaciones, ni elaboración propia, solo una adaptación, por que debió presentarse como tal en el programa y no como obra original. En todo caso, tenía su atractivo, con un adecuado uso de multifónicos y la evocación de la voz desgarrada de Violeta. Menos interesante fue ‘Ineludible’ del argentino Juan María Solare, un tango transmutado, con un contagioso ritmo, pero sin mayor exploración sónica.
El cierre estuvo a cargo del Ensamble F(r)actura que dirige el talentoso Enrique Schadenberg. Los jóvenes músicos interpretaron con dedicación y entendimiento dos obras exigentes, siguiendo la precisa gestualidad de su director. ‘De Lejos’ de Felipe Pinto D’Aguiar, para ocho músicos, posee una opulenta policromía y un equilibrio de las distintas voces que se desenvuelven al regazo de cálidas suaves sonoridades. Un relato sonoro que alcanza su punto climático mediante un ostinato en el bombo. De similar peso se escuchó ‘Reverse Tracking Shot’ de Jeremías Iturra. Articulada en cinco condensados movimientos, el enfoque acá es la búsqueda del timbre, mediante técnicas extendidas, sonidos percutidos y la acertada utilización del piano, clusters y cuerdas manipuladas incluidas.
JORNADA 3 (jueves 12 de octubre 2017)
A la Orquesta del Conservatorio IMUS-PUCV, conformada por estudiantes de cuerdas, le correspondió abrir este día. Junto al pianista Manuel Montero, y con la batuta de Pedro Aguilera, interpretaron el quinto movimiento de la ‘Suite de la Memoria Chilensis’ de Enrique Reyes, también docente del instituto. Temas de la Nueva Canción Chilena, donde se asoman con claridad Víctor Jara y el ‘Vamos Mujer’ de Luis Advis son tratados con una fuerza casi romántica, resaltada por la compenetrada labor del solista.
Enrique Schadenberg volvió a oficiar de director frente al plantel juvenil en uno de los puntos cumbres del festival, la pieza ‘Mictlán-tlatelolco’ del mexicano Manuel de Elías, uno de los invitados internacionales. Aunando lo expresionista con lo espectralista, es música profunda, de enorme impacto, donde se aprecia la experiencia de este gran maestro latinoamericano. Su carácter de desolación se debe a que fue inspirada por el terrible terremoto que azotó a Ciudad de México en 1985. Es, en concordancia, un lamento, que a cargo de los estudiantes resultó particularmente emotivo.
Del ecléctico Sebastián Vergara se estrenó ‘Altamar’, para dos saxos y piano. Interpretó el Dúo Auros, que integran Alejandro Rivas y Karem Ruiz, dupla que está expandiendo el repertorio chileno para esta familia de instrumentos. Acompañados por Leonora Letelier, es una pieza que recrea una atmósfera de ensueño, con aires de jazz y algo del viejo impresionismo, transformado en un entramado melódico personal y sensible.
El mundo electroacústico se hizo presente con la pieza ‘P’isqui’ de Jorge Quinteros, que tuvo su primera audición. Para dos quenas (Bruno Giambruno y Francisca Aballay) y soporte electrónico (el compositor), pinta un cuadro del desierto nortino, mediante soplidos de los músicos, el sutil tratamiento de los instrumentos, y fragmentos que son grabados en tiempo real para ser re-transmitidos y alterados electrónicamente. El despliegue de la bandera aymara le sumó un componente escénico, de ambiente acorde.
Carlos Aguilar presentó su obra de cámara ‘Latinoamericano’, con él mismo al piano, junto a Antonio Zolezzi y Nicolás Barrantes en flauta y cello. Sones del continente dominan el material, donde es relevante la sinergia entre los músicos. Con algo de lúdico y algo de tradicional, recuerda un poco a las suites jazzísticas con flauta del francés Claude Bolling.
El estupendo cierre estuvo a cargo del Proyecto Origami, con dos de las obras que habían presentado en su comentado concierto de lanzamiento de hace un par de meses. El público porteño pudo conocer el trabajo de estos músicos, y las bien trabajadas obras de Tomás Brantmayer (‘Tal vez Dios ruegue por nosotros’) y Manuel Bustamante (‘Volvemos en Alturas’). Este último estuvo a cargo de la dirección, en interpretaciones ya totalmente cohesionadas, donde en su propia pieza participó la excelente soprano Katherine Arriola, quien fusionó bello canto con inteligibilidad del texto.
JORNADA 4 (viernes 13 de octubre 2017)
Para los dos días finales, el festival se trasladó al Cine Arte de Viña del Mar, recinto que resultó poseer una excelente acústica, y que debería ser aprovechado más sistemáticamente para conciertos de cámara. La primera parte involucró al Laboratorio de Arte Sonoro, con una performance en que la compositora Graciela Muñoz, secundada por Sebastián Tapia, mostraron su trabajo de procesamiento electrónico en tiempo real. Sonidos manipulados en conjunción con imágenes proyectadas constituyeron una envolvente experiencia que apeló a la emotividad. Esto porque se mostraban filmaciones de las protestas contra la dictadura de los años ochenta, y grabaciones de audio de bandos y testimonios radiales. Todo en un marco de coherencia y unidad, que daba la sensación de una creación fija y no fruto de inspirada y creativa espontaneidad.
Los saxos se tomaron la escena en la segunda mitad. El conjunto Tricahue, que engloba a la dupla de Auros, interpretó ‘Cuatro Estudios’ de Guillermo Lago, una juguetona interacción de vientos y percusiones, con el uso del chin chin hacia el final. Los dos músicos de Auros volvieron inmediatamente a escena para el estreno de ‘Dueto’ de Fernando García, cuya presencia en estas instancias siempre es sinónimo de calidad e impacto. En efecto, fue una de las obras más aplaudidas de todo el festival. Saxo tenor y contralto interactúan en un perfecto entrelazado, con un enfoque serial y lento en sus dos primeros movimientos para en el tercero dar rienda suelta a los feroces pasajes aleatorios típicos del gran maestro chileno.
‘La Memoria de la Tierra’ de Rodrigo Castellanos, para saxo soprano, barítono y marimba (Tricahue otra vez), se mostró como un pulido abanico de contrastes tímbricos, llenos de vitalidad. El núcleo de Auros fue aumentado nuevamente, esta vez, con otros seis saxos para el octeto (o mejor dicho doble cuarteto) ‘El Opuesto al Revés” de Marcos Contreras, bien proporcionada pieza, plena en tratamiento temático y relaciones armónicas, que fue estupendamente interpretada por los ocho músicos.
JORNADA 5 (sábado 14 de octubre 2017)
Guitarras eléctricas, flautas y percusiones, en ese orden, fue la tónica de la noche final del festival. El consolidado Ensamble Planeta Minimal abrió los fuegos con una obra de Ismael Cortez quien también dirigió a las enchufadas guitarras. “Escape” otorga a cada voz un material propio, dando forma a un bien trabajado mosaico de elementos minimalistas, guiños al rock a través de atractivos riffs, y recursos propios de la nueva música, cuyo transcurrir fue diáfano, y donde asomaron fugaces reminiscencias a King Crimson que no le restan originalidad a la pieza.
Más exploratoria resultó ‘Estados de Conciencia Alterada’ de Cristián Mezzano, para cuatro guitarras eléctricas, interpretada por el Quarto Ensemble. Aprovechando efectos de delay, glissandi con varillas metálicas y otros artilugios, los tres movimientos de esta obra ofrecen una suerte de dimensión onírica, que debe ser aprehendida con la mayor atención para percibir todas sus cualidades.
La Orquesta de Flautas de Chile, que dirige Alejandro Lavanderos, se hizo presente, para en primer lugar interpretar “Anta-Coya” de René Silva, compositor cada vez más en demanda por el medio nacional. Y es que su música conecta muy bien imágenes mentales del paisaje chileno (preferentemente el norte), con música honesta, de alta sensibilidad, y atractivos colores y texturas. No es una pieza nueva, pero refleja el estilo personal de Silva, a la vez que en su punto climático alude a ‘Fátima’ de Rafael Díaz, con quien estudió el autor. Dato al margen, no es común que un compositor chileno cite a otro compatriota en su música. ‘Norte Grande’ de Marcelo Espíndola, en tanto, hace más explícita la conexión con lo nortino, hermanando flautas traversas con zampoñas, destacando el uso del denominado bajón cromático.
El uruguayo Guillermo Eisner, quien ha hecho carrera en Chile pero actualmente cursa un doctorado en México, es el autor de ‘Esquinas’, para flauta, electroacústica y video, estrenada por Lavanderos. La pieza da cuenta de la experticia del compositor en el uso de sonidos sintéticos en relación con un instrumento acústico, además que el flautista interpretó persuasivamente. Se sumó un abstracto video, de diseños geométricos. Multimedia también, pero sin músico en vivo, fue “Manos de Flautista” de Francisco Guzmán, una obra audiovisual, cuya pista de audio involucra sonidos de flauta claramente expuestos, que se multiplican y se contraen a la par que las imágenes.
El conjunto de percusión Xilos que dirige Félix Carbone tuvo a su cargo el segmento final del concierto. Este cuarteto interpretó primero ‘Chatarras y Cacerolas’ de Sergio “Tilo” González, una especie de “clásico” en el repertorio percusivo en Chile. La versión tuvo gracia y estilo. El estreno de ‘Diario de un Golpe’ de Valeria Valle fue el gran cierre de la semana. La obra se conforma en una acción escénica además. Cada músico personifica a un personaje: un anciano, un borracho, una mimo y un vendedor callejero, que coinciden en una plaza (proyectada una imagen de fondo como escenografía), y que luego de intercambios verbales entre ellos, se da paso a juegos rítmicos a través de hacer sonar papel de diario. Así van tomando posición en los distintos sets de percusión, donde precisamente cada parte toma un carácter identitario. Una obra lúdica, pero también llena de contenido en su propia escritura.
Álvaro Gallegos
16/10/2017